Nota: pensad (o si lo tenéis mejor escuchadlo) en el Canon de Pachebel
Es un susurro de fondo, apenas se escucha, en un impulso repentino, te levantas, te llena esa necesidad, miras a todos los lados y sientes la magia, te empuja a caminar y salir a ver más allá, y te das cuenta que la punta de los dedos tamborilea en la mesa buscando el ritmo y la forma de expresarlo… Sales a la calle e infinidad de conversaciones parecen hablarte pero, en lugar de hacerlo, se entremezclan de manera incomprensible, formando a la vez una extraña conversación que te va llevando hacia ellas y tú las persigues, hipnotizada, has que de pronto te encuentras dando vueltas en medio de cualquier lugar, llevada por cada nota, arrastrada por la inercia de tus dedos a girar y girar sin parar, hasta que no puedes evitar reír sin parar hasta terminar cansada de tanta alegría y vuelves a caminar, reposada, fijándote en todo y a la vez cerrando los ojos viéndolo todo como te gustaría que fuera, y entonces notas de nuevo esa energía que comienza a emerger, esas mismas notas vuelven a meterse en tu piel y comienzan a arrastrarte, te vuelves prudente e intentas no dejarte llevar de nuevo… vas más pausada aunque contenerse resulta difícil, y entonces algo de melancolía se aferra a ti, mezclada con una extraña felicidad pues a tu oído no para de cantar un ronroneo leve que te repite que camines junto a él y te dejes llevar, una vez más, por esa melodía que ya parece apagarse pero que te regala su último aliento para dejarte, de nuevo, acostada en algún lugar, descansando de la mágica aventura vivida, a la cual ya estas deseando regresar.
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